Como agua de mayo (III)

Inclusión de las mayorías, Paisaje construido, Parque de Málaga, Participación ciudadana, Programa psicoambiental de envejecimiento activo, Psicología ambiental, Sostenibilidad ambiental, Vinculación al lugar
René Magritte

René Magritte.

El agua transporta a las plantas del Parque los nutrientes que necesita. Esta lluviosa primavera está dado esplendor a su vegetación y confirmando su valor esencial. La incierta esperanza que mantenemos, en los cada vez más prolongados tiempos de sequía me ha hecho recordar el poema de Federico Mayor Zaragoza, actualmente presidente de la Fundación Cultura de Paz y gran humanista, que leí en el número 259 de la revista Litoral: AGUA. Arte y literatura. Este es el prodigio.

“Ni una sola gota/ha llovido. /Ni una sola semilla/ ha germinado. / Pero están ahí/ en los surcos/ que tuvimos/ el coraje de arar/ en pedregales. / Todo parece yermo. / Pero las semillas/ están ahí. / Y este estar/ a la espera del agua/ que les dará vida/ es la gran esperanza /que nos queda en este atardecer/ sombrío.”

Ver un ambiente lluvioso sobre la superficie del Parque es un fenómeno raro, porque en nuestro clima es infrecuente que el agua se condense (Costa del sol, turismo de playa…). Nuestras plantas tienen buen conformar, pero cuando el agua de lluvia se aloja en los huecos de las raíces de sus árboles y poco a poco empapa el suelo, descubrimos sorprendidos un paisaje de ensueño.

En el Parque el agua es parte del paisaje y creador del mismo. Suaviza la temperatura estival y alimenta la humedad del ambiente en época de sequía. En sus jardines el agua sale por los caños de sus fuentes pero también se expande por los arriates y el subsuelo de sus paseos. Observamos la presencia del agua como fuente, estanque, humedad o rocío. Sus parterres inundados dan sensación de abundancia y de vida.

El rumor del agua se asocia a la naturaleza, al descanso y al disfrute. Es un sonido mágico, apenas audible en sus estanques, y más sonoro cuando brota de alguna de sus fuentes. Los destellos del agua generan paradójicamente una sensación única y multisensorial, que suman las experiencias de lo visto, oído, tocado o degustado.

El agua aviva el parque. Es imprescindible para la conservación y el mantenimiento de todos los seres que pululan y lo transitan, alimentando la vegetación, la fauna y aportando energía vital (y de la otra) a los paseantes. Nuestro parque ha sido y es un lugar de agua (salada antes y dulce ahora). En él podemos afirmar sin duda alguna que el agua ha sido un elemento de primer orden para poder llegar a ser (antes) y para ser (ahora) lo que es.

Continuará….

Próxima entrada del blog: «El ir y el venir del agua.»

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