
Jacek Yerka
El mejor lugar donde un anciano puede vivir, salvo excepciones, es en su casa. Desplazarlo y extrañarlo por un cambio de residencia, no suele tener buenas consecuencias sobre la percepción de su salud.

Jacek Yerka
El mejor lugar donde un anciano puede vivir, salvo excepciones, es en su casa. Desplazarlo y extrañarlo por un cambio de residencia, no suele tener buenas consecuencias sobre la percepción de su salud.

Encontrado en las redes sociales
Esta entrada la inicio sin más preámbulos hablando de los prejuicios en relación a la persona mayor. En el edadismo (discriminación por la edad), ocurre como con el machismo o el sobrepeso: no se ve a la persona capacitada o se considera que sus campos de intereses son reducidos, por lo que se deja de contar con ella o se la cosifica.

Fotografía de Andrés Flores Alés
Entrenar las capacidades de atención y concentración es posible, utilizando el barrio como texto, pretexto y contexto. Salir a la calle y moverse por el lugar en que vive la persona mayor, satisface las necesidades del día a día y le permite elegir y recrearse en actividades que mantiene desde hace mucho tiempo o que acaba de descubrir.

David Hockney. Mis padres 1977
El conocimiento de un lugar, en este caso el Ensanche Heredia de Málaga, y la utilización de los diferentes espacios que en él encontramos, son dos aliados valiosísimos para preservar la actividad funcional y de la vida diaria de las personas mayores.

Los de Igueriben mueren pero no se rinden. Antonio Muñoz Degrain 1924. Museo de Málaga.
Málaga se convirtió en la sala de espera de embarque entre la Península y Melilla durante el conflicto colonial que desataron las Guerras con Marruecos, durante la segunda mitad del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX. Poco sabemos ya del descalabro y de las penalidades que sufrieron nuestras tropas, no solo a mano de nuestros enemigos de aquel momento, sino por la falta de profesionalidad de sus superiores y los intereses económicos de los que gobernaban.

Casas desaparecidas tras la remodelación de la plaza de La Marina.
Como ya he mencionado en otras entradas, en torno a la plaza de la Marina ha habido construcciones importantes ya desaparecidas. El Resguardo de Rentas Generales era una institución al servicio del Estado para la recaudación fiscal, aunque mostró poca eficacia, debido a la cantidad de privilegios y exenciones que había sobre ciertos sectores de la población de aquellos tiempos. El edificio estaba ubicado entre la actual estación suburbana de autobuses de Muelle Heredia y la calle Trinidad Grund. En el siglo XIX dicho inmueble fue ocupado por el cuerpo de Carabineros y pasó a llamarse cuartel de la Parra.

Pescador. José Moreno Villa. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes
Pegados al puerto, en la confluencia de la acera de la Marina, que entonces tenía, recordemos, una perspectiva diferente de la actual, y la Cortina del Muelle, había una serie de callejones estrechos que terminaban en lo que se llamaba el boquete del puerto, próximos a por donde hoy transcurre la calle Molina Lario. Parece ser que José Moreno Villa nació, justo en esta zona, en 1887.

Pavimento de la acera de la Marina
A mediados del siglo XX, las casas construidas sobre la derruida muralla en un perímetro triangular, y que ocupaban una superficie importante de la plaza desaparecen, y su espacio se convierte en una vía que une la Alameda Principal con el Parque de Málaga.

Vista de Málaga desde Gibralfaro. Mediados del s. XIX. Mosaico.
La plaza de la Marina tomará cuerpo siglos más tarde de empezar a ser utilizada y frecuentada, en el limitado llano de tierra firme, que había fuera del tramo sur de la muralla musulmana.
Allá por el siglo XI ubicaba uno de los mercadillos que la ciudad tenía en los espacios abiertos, al abrigo de sus muros.

Fotografía de Hipólito Vidal e Ismael Águila
Mis primeros recuerdos de Málaga tienen que ver con ella. Algunos sonidos, olores o luces se mantienen en el recuerdo, como huella del lugar. En la acera de la Marina vivía mi tía Adriana, a la que visitábamos con frecuencia. La cadencia de las ráfagas de los haces de luz de la Farola del puerto, que en aquella época se proyectaban sobre la ciudad, me resultaban mágicas e hipnóticas.